jueves, 22 de mayo de 2008

Un día de Abril








La mayoría, asiáticos, solían reunirse alrededor de un gran bol de arroz, bambú y raíces un día si y uno no, en la mesa del comedor común. El que no, cocinaban en el fogón y comían cada uno de ellos solitariamente en sus dormitorios. Se acordaba mucho de su anterior vecino, un químico turco, el que siempre se sentaba en el mismo lugar a comer pollo con yogurt. Después en su lugar vivía un estudiante de Estambul, aunque chipriota, del que en esa época aún no sabía mucho. Una mujer eslovaca inundaba en ocasiones el pasillo, con el maravilloso olor a estofado, pero cocinado en el inusable, a parecer de ella, horno mas mugriento del continente. La filipina, siempre cubriendo sus cabellos con un pañuelo, sofreía las verduras en una especie que hacía con sus efluvios llorar y toser a todo aquel que pasara cerca de su sartén. La pareja de pakistaníes siempre cenaban tarde y fumaban sus cigarrillos sentados en los sofás. Un hombre del color del azabache, preguntaba siempre que qué tal con entonación cantarina, curiosamente ella sabia que cantaba en un coro gospel con sus amigos de Ghana en las misas de los domingos.

1 comentario:

miriam nieva dijo...

qué bien marta! a ver si pones muchas fotos y muchas cosas bonitas de las que sabes hacer!
un beso!
es muy tarde!¿qué haces despierta? ¿qué hago despierta? mañana nos espera un día muy largo...